Hablar de San Sebastián es hacerlo de una de las ciudades
más bellas de Europa a la que le sienta fenomenal el paso de los años. Donostia
mira al mar, y cualquiera lo haría con una playa tan hermosa como la Concha.
Pero además del azul de ese Cantábrico furioso y frío, la capital guipuzcoana
también es el verde de su mejor atalaya, el Monte Igueldo. Y también lo son las
callejuelas de su Parte Vieja y su cuidada y funcional arquitectura urbana. Por
no hablar de una gastronomía, que va desde los tradicionales pintxos a los
restaurantes más innovadores y suculentos que lucen con orgullo sus estrellas
Michelin.
En cuestión de alojamiento, tampoco defrauda, ya que existen
hoteles con encanto en San Sebastián, que sin estar en la propia ciudad, disponen
de una ubicación única y exclusiva como es el caso del hotel en el Monte
Igueldo de la cadena Mercure, que permite disfrutar de cerca de uno de los
lugares más bonitos del destino. Un auténtico vergel que contrasta con el azul
del mar. Los más valientes pueden subir andando si las piernas responden,
aunque existe la opción de ascender en un centenario funicular que lleva
haciendo este recorrido desde 1912. El recinto de Monte Igueldo, además, cuenta
con un mirador y con un parque de atracciones emblemático para los
donostiarras. Con más de un siglo de actividad, en el parque ahora conviven las
atracciones originales con otras actuales que aúnan tradición y modernidad para
asegurar la diversión de quienes lo visitan.
Pero este no es el único enclave con encanto en San
Sebastián, y la mejor manera de demostrarlo es poner cinco ejemplos de aquellos
lugares que el viajero no puede dejar de ver cuando ponga sus pies en la
ciudad. Para una escapada idílica, reserva
el hotel Mercure en el Monte Igueldo y toma nota: